Mientras suelto las pastillas en las hierbas altas, aparece la enfermera preguntándome si las he tomado todas.
- Sí, todas - contesto.
- Muy bien, Florinda. no olvides que comemos a la una.
- Sí, me acuerdo perfectamente.
Luego, veo acercarse desde el fondo del parque la silueta del caballo alado que me suele llevar volando a mi lugar favorito.
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