Después
de deshacerse de la bruja y de llevarse las perlas y piedras
preciosas que la vieja tenía escondidas por todos los rincones , los
dos hermanos se adentraron en el bosque con la intención de regresar
a su casa. Tras dar varias vueltas, por fin llegaron a su destino.
Encontraron la casa en ruinas, como abandonada, sin embargo al
acercarse a una de las ventanas, vieron al padre, solitario y
desconsolado, llorando amargamente.
Cuando
Gretel se dirigía hacia la puerta, Hansel la detuvo.
-¡Espera!,
no vamos a volver. Después de todo el daño que nos hizo, dejémoslo
que se pudra solo.
Gretel
paró en seco y regresó junto a su hermano.
-Me han
contado que existen lugares bañados por un mar azul y cálido, donde
siempre brilla el sol. Uno de ellos se llama Eivissa y se encuentra
al sur, muy al sur de este lúgubre y frío bosque encantado. Vayamos
lejos de madrastras, brujas y demás seres de cuentos crueles.
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