lunes, 30 de septiembre de 2019

ENTRE EL MAR Y EL CIELO

                                            Fotografía de Ibai Acevedo

Para Viernes Creativo, un texto inspirado en la fotografía de Ibai Acevedo.


ENTRE EL MAR Y EL CIELO

Él era piscis, signo de agua, ella era libra, signo de aire; según el horóscopo dos signos muy compatibles. Su pasión común por el mar les hizo dejar atrás la gran urbe y sus trabajos respectivos para instalarse en un bonito pueblo costero. Allí se dedicaban con entusiasmo a la escritura él y a la pintura ella. Tenían tanta imaginación que a menudo generaban unas tormentas creativas en la que se sumergían durante días.

SIMILITUDES

                                           Fotografía de Sara Shakeel

Para Viernes Creativo del blog Elbicnaranja, una historia inspirada en el collage de Sara Shakeel.

SIMILITUDES

La mañana en que Coral llevó su ropa a la lavandería tenía tal resaca de la noche anterior que confundió la puerta de la lavadora con el ojo de buey de un camarote. Se acercó más y creyó ver el mar, no lo dudó un instante, abrió la puerta y se tiró al agua de cabeza; le gustaba tanto el mar.

martes, 10 de septiembre de 2019

AL ACECHO



Mi relato inspirado en el color ROSA para el blog concurso ENTC (Esta Noche Te Cuento).

AL ACECHO

Con su nariz y sus mejillas rosáceas, de gente que empina el codo, se le solía ver a la esquina del colegio esperando a que salieran las niñas de babis rosas y mochilas Hello Kitty. Disfrutaba repartiendo caramelos de fresas, aunque ellas se reían de él. Lo que no sabía es que yo también vigilaba.
El día en que una alumna desapareció, era demasiado obvio que fuera el culpable, sin embargo, la policía no investigó más y se lo llevaron preso.
Yo sigo escondido cerca del colegio esperando a que otro incauto venga a repartir golosinas y caramelos de menta.

sábado, 7 de septiembre de 2019

EL ÁRBOL DE LOS CUENTOS

Ilustración de Lukasz Kubiak

Para Viernes Creativo, un texto inspirado en la ilustración de Lukasz Kubiak.

EL ÁRBOL DE LOS CUENTOS

Los dos hermanos se sentaban bajo el árbol centenario en busca de inspiración. Dándose la espalda se reclinaban sobre el cuaderno, un lápiz en la mano y cerraban los ojos. Al cabo de un rato las palabras fluían sobre el papel componiendo un cuento sugerido por los espíritus que habitaban entre las hojas.
Cuando acabó el verano, se preguntaron cómo harían en la ciudad para escribir con tanta fricción. Cayendo lentamente de una rama dos hojas doradas —una para cada uno— les dieron la respuesta.