lunes, 28 de abril de 2014

Apariciones





En la casa abandonada algunas veces aparecía un rostro en la ventana. O al menos es lo que solía decir Serge a sus padres. Su madre le contestaba que callara, que no inventara cosas y que no se le ocurriera comentarlo a nadie, que le tomarían por loco. Hacía años que esa casa estaba cerrada y después de los terribles hechos que sucedieron dentro, nadie se atrevía a entrar. En ella habían vivido el médico del pueblo junto a su mujer y sus dos hijos, un niño y una niña. Corrían los años treinta, poco después del crack del 29, cuando una mañana aparecieron muertos, un escape de gas. En el pueblo se murmuró que fue el propio médico que en un gesto de desesperación dejó la llave del gas abierta.
La habitación de Serge daba justo enfrente de la única ventana de la casa cuyos postigos estaban abiertos. Él estaba convencido de lo que veía y pudo comprobar que no siempre era el mismo rostro que aparecía, a veces era un niño y otras una niña con trenzas. Se mostraban un breve instante y desaparecían de inmediato. La curiosidad pudo más y un día se armó de valor y de una linterna para acercarse a la vivienda.
En la verja una cadena con candado impedía el acceso, pero al empujar un poco el batiente pudo colarse por el espacio creado. La puerta de entrada estaba cerrada a cal y canto. Se adentró en el jardín invadido por zarzas y malas hierbas y rodeó la casa . En la fachada lateral algo le llamó la atención, una zona más despejada de vegetación, se acercó y descubrió unos peldaños que llevaban a una puerta de sótano. Bajó los escalones , no pudo abrir la puerta pero le daba la sensación que el lugar no estaba tan abandonado como el resto. Dubitativo se dispuso a regresar cuando levantó la mirada hacia la ventana del primer piso : ¿Cómo poder acceder a ella? Un gato que corrió ante él para subirse a un árbol le dio la idea. Sentado a horcajadas encima de una rama intentaba distinguir algo a través de la ventana. «¿Qué haces allí arriba?» Era Raymond, el hijo del panadero :« Anda, bájate antes de que se rompa la rama y lárgate de aquí , no se te ha perdido nada. Y que no te vuelva a ver rondando la casa.» Serge obedeció al momento, a Raymond se le respetaba desde que había vuelto del frente con herida de guerra.
Tras el incidente con Raymond, los rostros no volvieron a aparecer en la ventana, cuyos postigos estaban ahora entornados.

Era el mes de junio cuando hubo un gran revuelo en el pueblo, las campanas de la iglesia empezaron a repicar. Los vecinos bajaron a la calle :« ¡Los aliados han desembarcado!, ¡Los alemanes se largan!» Al fondo de la avenida se veía llegar un grupo de hombres encabezado por Raymond,  eran los “maquisards” que bajaban del monte. Sin perder más tiempo Raymond se dirigió a la casa abandonada. Cuando por fin salió, le acompañaban una niña, un niño y sus padres, pálidos y demacrados. En sus abrigos de paño oscuro todavía se podía distinguir una estrella amarilla.

domingo, 20 de abril de 2014

Jimeno's Band







La otra noche, en Casa Miguel (Corbán, Santander), tuve la agradable sorpresa de poder asistir a un concierto de Jimeno's Band, un cuarteto de músicos de Valladolid. Nos ofrecieron un auténtico tributo a Sabina, pero también a otros grandes como Serrat, Aute, Miguel Ríos, Víctor Manuel...
El cantante, Nacho Jimeno, clavó la voz de Sabina y trabajó muy bien la puesta en escena junto al guitarrista Alejandro Jimeno. Les acompañaba Charly Crespo a la guitarra acústica y "Pistolo" a la batería.
En el comedor de Miguel se respiraba un ambiente distendido y familiar, el público participó alegremente y no dudó en levantarse de la mesa para corear y bailar las canciones conocidas por todos.









sábado, 19 de abril de 2014

La Tarara

                         
                               


Cuando supe que Salvador Dalí se distanció de Federico García Lorca porque le reprochaba interesarse por el folklore y las canciones populares españolas, y por todo lo relacionado con la cultura gitana, empezó a caerme mal ( Dalí, claro).
Yo adoro a Lorca y precisamente su Romancero Gitano, tal vez porque de niña escuché, muchas veces, a mi madre leer en voz alta sus poemas.
En 1931, Lorca recopiló varias canciones populares españolas. Fueron grabadas e interpretadas por él al piano acompañando a Encarnación López " La Argentinita".
La tan famosa Tarara no fue grabada, sin embargo fue y sigue siendo de las más cantadas.
Existen varias versiones cantadas, yo me quedo con la de Antonio Vega.


He aquí el poema original:


La Tarara, sí; 

la tarara, no; 

la Tarara, niña, 

que la he visto yo. 



Lleva la Tarara 
un vestido verde 
lleno de volantes 
y de cascabeles. 



La Tarara, sí; 
la tarara, no; 
la Tarara, niña, 
que la he visto yo. 



Luce mi Tarara 
su cola de seda 
sobre las retamas 
y la hierbabuena. 


Ay, Tarara loca. 
Mueve, la cintura 
para los muchachos 
de las aceitunas.

martes, 15 de abril de 2014

De paso por Oviedo

Buen ambiente en las calles céntricas de Oviedo, tanto por la noche del sábado como por la mañana del domingo. Me sorprendió sobre todo por la noche, su casco antiguo totalmente peatonal hervía de gente y sus bellos monumentos bien iluminados.



Catedral San Salvador de Oviedo




Iglesia San Isidoro El Real


Un rincón con encanto


Terraza a tope


¡Un culín de sidra por favor!



Botellas...vacías


A la una en el bulevar de la sidra


El domingo por la mañana se animan sobre manera los alrededores de la plaza del Fontán. En las calles adyacentes se instala el mercadillo con sus puestos callejeros. Pasa la banda de gaiteros y se adentra entre el gentío. La calle se llena de colores y de alegres sonidos.

Plaza del Fontán


La banda de gaiteros 


A unos cuatro kilometros de Oviedo, subiendo al Monte Naranco se encuentran dos iglesias prerrománicas del siglo XII, Santa María del Naranco y a unos cien metros san Miguel de Lillo.


Iglesia Santa María del Naranco


Vista panorámica de Oviedo desde la ladera del Naranco



Comida en un típico llagar, fabes asturianas y sidra


FIN













jueves, 3 de abril de 2014

Color sepia



Ésta es mi propuesta de abril para el certamen ENTC.
Tema del mes:...entre las páginas.


Color sepia.

El camión de la mudanza arrancó. De pie, en el porche, Clara esperó a que desapareciera del todo, tras la verja, para entrar de nuevo en la casa. Había quedado con sus hermanos que ella se encargaría de seleccionar los libros de la biblioteca de sus padres.

El sol empezaba a declinar cuando acabó de llenar una gran caja con volúmenes sin gran interés para ella. Luego se acercó a su zona preferida; al querer coger un par de libros, algo cayó al suelo. Era una foto antigua, color sepia, con los bordes dentados. En ella dos jóvenes parejas miraban sonriendo a la cámara; detrás de ellas un carromato de madera pintada, de esos antiguos que poseían los romaníes. Reconoció a la pareja de la derecha, eran sus padres. La otra mujer llevaba un bebé en brazos; se quedó un rato observándola, luego levantó la mirada. El reflejo que le devolvió el espejo situado en la pared de enfrente le hizo recomponer su vida. Entendió entonces el poco parecido que tenía con sus padres y hermanos, entendió su pasión por la música y el baile, su particular atracción por los espacios abiertos, por las noches estrelladas y por las reuniones alrededor de una hoguera.