Vista de la Ría y la Playa de Oyambre, desde Trasvía.
Con este microrrelato he participado en el I Certamen de Relato Corto del Parlamento de Cantabria. Se han presentado casi 300 relatos y el mío no fue seleccionado, snif, snif...No importa, la niña consiguió su sueño.
MARINA Y EL MAR
Sentada a la mesa de la cocina, la niña saboreaba un plato de alubias
con carne y verduras. Su madre solía prepararlo regularmente y mientras comían
le hablaba de su tierra.
—¿Cuándo iremos a conocer a los abuelos, mamá?
—Algún día, hija —contestaba la madre, con la mirada perdida.
La niña acababa de cumplir diez años cuando por fin emprendieron viaje
hacia el pueblo. Para la mujer ya habían pasado treinta años desde que cruzó la
frontera.
Con la nariz pegada a la ventanilla del tren, la pequeña observaba el
paisaje. Creía reconocer todo lo que le había contado su madre: los prados
verdes donde pacen las vacas, las montañas altas que se elevan a lo lejos, los
ríos trucheros de aguas transparentes. Al bajar la ventanilla, la sorprendió la
brisa marina; el océano no estaba lejos. Lo iría descubriendo maravillada y a
partir de entonces tendría un único deseo:
poder vivir cerca de él.
Muy buen relaro, Ginette, el que no tenga galardón no le resta ni un ápice de mérito.
ResponderEliminarUn abrazo
Eres mi Ángel de la Guarda, muchas gracias.
ResponderEliminarUn abrazo.
Hola, soy Carmen Orozco, a veces motiva más quedarse en puertas, es muy bonito y tienes que continuar escribiendo con la ilusión inicial siempre.
ResponderEliminarMuchas gracias, Carmen, por los ánimos. Un abrazo.
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