Imagina: Una ciudad cualquiera, 1957. Regresas a casa después de un viaje y encuentras la carta de un desconocido en el buzón.
Ayer fui a tu casa y no estabas. Sí, ya sé que no debí hacerlo, que me lo prohibiste, pero ¡ay! no puedo vivir así, sin apenas verte, sin saber de ti. La desesperación de sentirte lejos me consume.Sabes que haré cualquier cosa que me pidas. Por favor, ¡escríbeme!K.
Evidentemente es un error. No conoces a esa persona de nada, no sabes de qué está hablando ni que une a K. y al destinatario de la carta. Aun así, le contestas… ¿Qué le escribirás?
Fernando Vicente, del blog Viernes Creativo, nos invita a contestar a la carta.
Mi carta:
París, 24 de septiembre de 1957
Querido K ¿de Klaus?
Acabo de regresar de vacaciones y, entre otras cartas, he
encontrado la suya en el buzón. Me atrevo a contestarle rápidamente para
decirle que no soy la destinataria, pero creo conocerla. La antigua inquilina
del piso en el que vivo es amiga mía, se llama Sophie y a menudo me hablaba de
un tal Klaus que había conocido durante la ocupación alemana. Al final de la
guerra, él regresó a su país y ella tuvo que soportar las humillaciones
infligidas por haber frecuentado un soldado alemán.
Con el tiempo, ya han pasado más de diez años, los rencores
se han sosegados, pero ella no ha olvidado a su Klaus. Hace unas semanas
decidió marchar a Berlín en su busca; me temo que ha hecho usted el camino
inverso. Puede, y así lo deseo, que el destino os vuelva a juntar.
Reciba un cordial saludo
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