Fotografía de Diane Arbus
Era un niño travieso, no paraba un instante, subido en un
árbol o escondido para que le buscaran. Sus correrías le impedían engordar,
aunque estuviera bien alimentado y sus rodillas eran el fiel reflejo de sus
múltiples aventuras en el parque. Nunca se aburría; con un palo recreaba un
duelo entre espadachines y con una granada de juguete inventaba batallas.
Se hizo mayor y junto a unos amigos se alistó en el
ejército.
Agazapado en la jungla de Vietnam recuerda llorando sus
juegos de niño.
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