Para Viernes Creativo.
EL RURAL Y LA URBANITA
Fue de él la idea de pasar un fin de semana en un refugio
de montaña sin agua y sin electricidad: «Tenemos el riachuelo aquí pegado y una
buena antorcha y velas; no necesitamos más» dijo entusiasmado.
Cuando, al encender la chimenea se quemó la mano y gritó:
«Agua, agua», agarré el primer recipiente a mano —un tarro de cristal vacío— y
corrí hacia el río para llenarlo. Mientras él metía la mano en el frasco para
aliviarse, yo rebuscaba en la mochila el botiquín de primeros auxilios para
poder curarle la quemadura.
Desde aquel incidente sus gustos cambiaron, ya no le atraen
tanto los lugares perdidos; por fin conseguí destinos más urbanos en hoteles
confortables.
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