En el
escenario era como el fuego. Cada paso, cada salto que daba quemaba
las tablas. Como el fuego era abrasador, arrasador, resplandeciente.
Bebió
la vida a grandes tragos.
Ya su
nacimiento fue especial, vio la luz en el transiberiano camino a
Vladivostok, entre el lago Baikal e Irkutsk ,Rusia; era el 17 de
marzo de 1938 . Su madre embarazada y sus hermanas iban a reunirse
con su padre, antiguo campesino reclutado por el Ejército Rojo.
Desde
pequeño sintió pasión por la danza, se formó en escuelas
prestigiosas y en un país donde el ballet es venerado se convertiría
en héroe nacional.
Pero se
sentía como pájaro enjaulado y cuando tuvo ocasión eligió la
libertad quedándose en París. No volvería a ver a los suyos hasta
muchos años después.
Hoy
reposa en el cementerio ruso de Sainte-Geneviève-des-Bois cerca de
París.
De lejos
su tumba parece recubierta por una alfombra oriental que tanto amaba;
en realidad es un monumento que se asemeja a un mosaico que
representa un kilim oriental ( diseño de Ezio Frigerio).
Auténtico
personaje de Dostoieski, nunca se curaría de la nostalgia de Rusia.
Era
Rudolf Nuréyev.
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